En ese viaje conoció una tecnología para mezclar perfectamente las frutas y el resto de los componentes de un helado y así obtener unos productos natural, de alta calidad, sabor original y mejor consistencia que otros. Y pensó en traer el concepto a México.
Consiguió 500,000 pesos entre sus familiares y seis meses después, en mayo de 1999, abrió en el DF la primera sucursal de su cadena de heladerías Neve Gelato.
La apuesta le salió bien. Su empresa tiene 25 puntos de venta (23 en el DF, uno en Puebla y otro en Guadalajara) y participación 5% de un mercado estimado en 10,000 millones de pesos (MDP) al año (que lideran Unilever y Nestlé).
Cada año, sus ventas crecen 20%, en promedio, atiende a cerca de un millón de clientes. Hace seis meses inauguró una nueva planta de 5,000 metros cuadrados en la colonia Industrial Vallejo, donde produce hasta 200,000 litros de helado al mes.
Hacer las cosas en pequeña escala, casi de manera artesanal pero a través de la mejor tecnología, continúa siendo su foco. "Cuando hacemos helado de mango seguimos pelando la fruta a mano" comenta Birseño.
Uno de sus planes es introducir sus helados en otros puntos de venta, como cines, restaurantes y cafeterías. Además, reforzará y diversificará su presencia en autoservicios.
Hace cuatro meses entró a Superama y hace unas semanas a 50 puntos de venta en Wal Mart, canales que representan, 3% de sus ventas.
También impulsará su otra marca, Nieve Mía, pensada para el mercado cuyo valor es de 3,000 MDP. El plan es pasar de ocho unidades a 500 en siete años. Para lograrlo, Briseño trabaja en un modelo de franquicia.
A cinco años, la meta es que Neve Gelato llegue a 100 sucursales. A 10 años, la idea es tener 10% del mercado total de helados en México. "No le tengo miedo a las trasnacionales, me dan más miedo los emprendedores" señala Briseño.